Duerme, que viene el coco

martes, 14 de marzo de 2017

TRAS LA VALLA, ABUELO.

El desfile militar estaba a punto de comenzar. A lo lejos resonaban los tambores y trompetas de la banda de música, cuyos acordes se acompasaban y confundían con los latidos del corazón. - Quédese usted tras la valla, abuelo. Esto va a empezar. "¡Abuelo!", pensó el hombre de franca mirada, mientras observaba al joven y gallardo soldado que le había instado a ocupar un lugar seguro. ¡Le quiso decir tantas cosas! Le quiso decir que su piel no fue siempre arrugada como cáscara de nuez, que una vez fue tersa. Le quiso decir que sus manos, ahora deformes por la artrosis, fueron fuertes para trabajar, pero también acariciaron cuerpos frescos y hermosos. Le quiso decir que hubo un tiempo en el que su hoy espalda encorvada se erguía como el mástil de una vela. ¡Le quiso decir tantas cosas! Le quiso decir que él mismo llamó abuelo a alguien, cuando creía que sus dientes nunca caerían, y que sus cabellos no se tornarían del color de la nieve. ¡Le quiso decir tantas cosas! Pero no se las dijo. Sonriendo, se colocó obediente tras la valla. Rocío Ramírez Gámez.

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